Recorrer una colección de escudos de los países del mundo produce la misma sensación que mirar un álbum de estampillas.
En su escudo, cada país intenta condensar sus valores, sus riquezas y su historia.
Mirando con detalle reconocemos las figuras y los objetos. Se pueden armar colecciones: escudos con animales salvajes, con soles, con armas.
Hay montañas en los escudos de Uruguay y Eslovenia; en el de Costa Rica se ven volcanes.
Hay barcos en Kuwait y Túnez. Hay árboles en los de Senegal, Líbano y Cuba.
En el escudo de Corea del Norte hay una represa y una torre de alta tensión.
En el escudo de El Vaticano hay llaves. Hay anclas, cornucopias, espadas, arpas, torres, balanzas, estrellas y espigas de trigo.
¿Y juegos? ¿No hay juegos en ningún escudo?
Quizás sí.
El escudo de Croacia muestra un cuadriculado de cinco por cinco casillas, que alternan los colores blanco y rojo. (La camiseta de su selección de fútbol tiene un diseño similar.) Se dice que ese cuadriculado representa un tablero de ajedrez.
La leyenda cuenta que en el siglo X el rey croata Stjepan Drzislav y el Dux de Venecia se jugaron la independencia de Croacia en una partida de ajedrez. Ganó el rey, y para festejar esa incruenta victoria puso un tablero de ajedrez en su escudo de armas.
Los expertos dicen que es una fantasía sin sustento histórico, pero nos gusta creerla.
Ivan Skvarca
23 de enero de 2009
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