Genial, visionario, carismático, creativo, soñador y excéntrico. Todo eso y mucho más fue Nikola Tesla, un ingeniero eléctrico y mecánico nacido en Smiljan (actual Croacia) el 10 de julio de 1856 que ha pasado a los anales de la historia, entre otras muchas cosas, por sus revolucionarias invenciones en el campo del electromagnetismo y por ser uno de los mayores promotores de la electricidad comercial. Murió solo y arruinado -como tantos otros genios- el 7 de enero de 1943 en un hotel de Nueva York víctima de un ataque al corazón. Tenía 86 años.
De entre las muchas predicciones que realizó acerca de cómo sería la tecnología y los dispositivos que se desarrollarían en el futuro, esta semana se ha conocido una que, si no me equivoco, no se había revelado hasta la fecha. Se produjo en el transcurso de una entrevista que concedió al New York Times en 1909 y que publicó posteriormente la revista Popular Mechanics. Hablando sobre la evolución de las comunicaciones sin cables, Tesla profetizó lo siguiente:
Increíble, ¿no creen?Pronto será posible para un hombre de negocios de Nueva York, por ejemplo, dictar instrucciones y que éstas aparezcan escritas en Londres o en otro sitio. Podrá realizar una llamada desde su despacho y hablar con cualquier suscriptor de teléfono del mundo. Sólo será necesario llevar un instrumento barato no más grande que un reloj que permitirá a su portador escuchar en cualquier parte del mar o de tierra firme a distancias de miles de kilómetros.
Fuente: Abadía Digital v4.0
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