18 de junio de 2011

Croacia y sus vinos


Este país de 56,5 mil km2 y 4,5 millones de habitantes, ex-república de la ya extinta Yugoslavia, que geográficamente es a la vez mediterráneo, balcánico y centroeuropeo, se considera como una potencia turística que atrae millones de visitantes extranjeros ofreciéndoles una rica combinación de naturaleza, historia y cultura. En los balnearios de su pintoresca costa no solo se disfruta el agua increíblemente transparente sino la oferta tentadora de la gastronomía local. Sus platos típicos casi obligatoriamente son acompañados de
vinos de pequeños productores locales que por lo general presentan carácter muy propio.

No todos los aficionados del vino saben que la vitivinicultura croata tiene una considerable tradición tanto en la parte continental como en la costa adriática que se remonta a la antigua época romana. En nuestra era el inicio del cultivo de la vid se relaciona con los monjes cistercienses que elaboraban vinos en sus monasterios ya en los años medievales.

Posteriormente ha sido el crecimiento de la producción de vino austro-húngara que ha influido marcadamente el desarrollo de la vid y del vino croata. Croacia actualmente tiene 31 mil hectáreas de viñedos cultivados de cuya cosecha de unas 180 mil toneladas se elabora aproximadamente 750 mil hectolitros de vino. La mayor parte de ellos es plantada con uvas autóctonas de las que se produce muy diferentes clases de vinos (67% blancos, 32% tintos y 1% rosados). Entre las blancas se destacan las Grasevina, Malvazija, Zlahtina, Grk, Vugava y entre las rojas las Babic, Teran, Plavac Mali. Entre todas las uvas cultivadas la Grasevina (conocida en Austria como Welschriesling, en Hungría como Olaszrizling y en Eslovenia como Laski Risling) representa 26,5% y es seguida por la Malvazija (11,5%) y la Plavac Mali (10,0%).


En Croacia hay unos 650 productores de vino que comercializan alrededor de 2 mil vinos con denominación de origen de los cuales solo 5% tiene la más alta calificación (Vrhunsko Vino). La mayoría es vino de mesa (Stolno Vino) cuyo precio a veces puede ser elevado sin que su calidad lo justifique. Las bodegas (marcas) importantes de mayor producción son Badel 1862 y Dalmacijavino, pero la más conocida probablemente sea la de Miljenko Grgich. Este productor que había emigrado hace medio siglo a California donde se hizo afamado por el éxito de su Chateau Montalena Chardonnay de 1973 y luego ha tenido su propia bodega (Grgich Hills) que sigue siendo próspera. Después de haber regresado a su tierra natal ha fundado su bodega (Grgich Vina) en 1996 en Trstenik (Peljesac) y en el año siguiente, siendo en la edad de 74 años, ha conseguido un título universitario en Zagreb. Los otros cuyos nombres ya suenan bastante bien: Zlatan Plenkovic, Zvonimir Tomac, Davor Zdjelarevic, Vlado Krauthaker, Franco Milos, Zlatan Otok e Ivan Enjingi. Los vinos blancos de este último vienen siendo reconocidos por muchos premios ante todo por la prestigiada revista británica Decanter.

En el interior del país se produce en su gran mayoría vinos blancos, ante todo de la uva Grasevina, que presentan una diversidad de carácter que van desde los más simples, con una acidez agresiva, a complejos de cosecha tardía con ricos aromas. En la zona costera la península de Istria y el litoral de Dalmacia son los lugares que reúnen las mejores condiciones para la producción de vinos tintos. En los viñedos de Istria la uva Malvazija es la más ampliamente cultivada y el vino elaborado de ella con métodos tradicionales presenta color de ámbar y carácter oxidativo intenso, sin embargo los nuevos producidos con técnicas modernas (prensa ligera y control de temperatura) son más frescos con notas de aromas florales. En Dalmacia predomina la variedad Plavac Mali que se considera la más noble de todas las propias y es procedente de la península de Peljesac donde – en las localidades de Dingac y Postup - se produce los vinos bajo los mismos nombres. El Dingac se caracteriza por su alto grado alcohólico, gran cuerpo, color rubí oscuro y sabores intensos de frutas rojas maduras. La crianza en barricas húngaras le enriquece con una sinfonía de suaves aromas especiales de madera. Según un comentario esto puede llamarse “la bomba atómica entre los vinos tintos” mientras el Postup es más sencillo pero igualmente característico.

A poca distancia de estas famosas zonas de viñedos se encuentra Dubrovnik (ver foto de la izquierda), una ciudad antigua con un casco histórico perfectamente conservado y rodeada de murallas, que se conoce como “la Perla del Adriático” y que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Hace algunos siglos esta localidad y sus alrededores formaban la denominada República de Ragusa que competía con Venecia por el control del comercio en el Mediterráneo. La parte céntrica actual que se llama Stari Grad y posee un hermoso núcleo urbano, con plazas pavimentadas de mármol, calles adoquinadas y en cuesta, conventos, iglesias, fuentes y museos, todos construidos con la misma piedra de color claro, al igual que la impresionante muralla que la rodea. Recorriendo el tramo entre el puerto y la entrada de la antigua ciudad que es la calle principal (Placa) uno puede entrar varias vinotecas que ofrecen un gran surtido de los vinos locales.

Dr. József Kosárka
Fotos: Cortesía de korcula.net
Fuente: Club Amantes del Vino

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