Hace dos años abrió una consulta para tratar enfermedades con el aguijón de las abejas. Hoy atiende entre 10 y 50 pacientes diarios.
Luka Lausic Arratia (36) es un biólogo titulado de la Universidad de Magallanes que decidió dedicarse a la apiterapia, una modalidad de la medicina alternativa que consiste en usar picadas de abejas vivas para suministrarle al paciente el veneno apitoxina, que se utiliza para
tratar y curar enfermedades.
Cuando terminó sus estudios universitarios, Luka se radicó a Santiago. Allí estuvo cuatro años en los que se dedicó a trabajar y estudiar los fundamentos químicos del veneno.
Cuando terminó sus estudios universitarios, Luka se radicó a Santiago. Allí estuvo cuatro años en los que se dedicó a trabajar y estudiar los fundamentos químicos del veneno.
“Los caminos del Señor son extraños. Siempre estuve relacionado con la biotecnología. Trabajaba con productos antienvejecimiento y una idea llevó a la otra. Me tocó el caso de una persona muy cercana a mí que sufría una dolencia y para ayudarla llegué a la apiterapia. Quedé maravillado de cómo pudo recuperarse en tan pocas sesiones”, explica.
Tras explorar sobre ese mundo, que hasta entonces era totalmente desconocido para él, decidió traer el sistema a Punta Arenas y multiplicar las abejas aquí.
Pese a que la apiterapia no es común, el público de Magallanes se ha atrevido a incursionar en ella.
“Aquí, las personas me han abierto sus puertas y han sido muy tolerantes con algo que es nuevo dentro de la región. Utilizar abejas no era un procedimiento conocido, pero los resultados se han manifestado y la gente ha podido palpar los múltiples beneficios de la terapia”, dice y agrega que “el perfil de quienes vienen es el mismo de los pacientes que asisten a un consultorio o un policlínico. Cerca de un 60% de quienes me visitan son mujeres. El varón es tímido al principio, pero cuando conoce el sistema es más asiduo”.
Las consultas
Antes de realizar cualquier procedimiento, Luka entrevista a cada paciente. Allí los evalúa y define cuáles serás los lineamientos a seguir.
“En general, las personas ya vienen con un diagnóstico médico. Es importante decir que la apioterapia no tiene fundamentos místicos o energéticos. Es una medicina auxiliar de la medicina alópata”, cuenta.
Lo primero que realiza el biólogo es un test de alergia para asegurarse de que el paciente cumpla con los requerimientos necesarios. Una vez que esto ocurre, posteriormente comienza el tratamiento según la patología o dolencia.
“Por ejemplo, si alguien padece artrosis voy hacia el lugar donde se encuentra, que puede ser rodilla, cadera, codo u otras articulaciones y aplico ahí el veneno de la abeja”, cuenta.
Beneficios de la apiterapia
Luka asegura que son múltiples los males que la apiterapia puede curar.
“Hay patologías de tipo autoinmune como, por ejemplo, soriasis, lupus y mal de Crohn. También es posible curar enfermedades degenerativas como la artrosis, la tendinitis y las várices. De igual manera, tratamos la depresión, el estrés, las hernias e, incluso, el cáncer si está en sus fases iniciales”, comenta.
Pero, ¿cómo funciona la terapia? La clave se encuentra en el veneno, que es una mezcla compleja de antiinflamatorios y analgésicos, y es muy eficiente para neutralizar el dolor. Sin embargo, no solamente tiene esa capacidad: también puede regular problemas de tipo inmunológicos.
El número de sesiones de cada paciente dependerá de la patología y en qué grado se encuentra esta.
“Es una medicina muy potente porque estamos trabajando con un veneno, entonces tiene que ser administrado siempre por las manos de un especialista. Generalmente la frecuencia con que se aplicará es semanal. Partimos con uno o dos aguijones, pero podemos llegar hasta un máximo de 15. Sin embargo, es importante aclarar que no todos los casos requieren ese número”, manifiesta y agrega que “las dosis siempre deben ir de menos a más porque es fundamental hacer una adaptación del organismo. Uno va incrementando de a poco”.
El profesional debe ceñirse al protocolo de la apiterapia que plantea que no se puede avanzar rápido respecto de la cantidad de aguijones que se debe suministrar a cada persona. No siempre poner más veneno es mejor. La cantidad de ello dependerá del paciente.
“Es una aplicación local. Lo que hará la abeja es defenderse automáticamente. Cuando ella suelta el aguijón es un mecanismo de defensa muy rápido. El tiempo que el veneno estará en el cuerpo dependerá de mí, pues yo soy el que controla la dosis”, expresa y añade que “hay que visualizar a la abeja como una jeringa biológica desechable. El insecto pica y muere. No se puede reutilizar, aunque quieras. Así como produzco muerte, también produzco mucha vida”.
La gran ventaja de la terapia es que el procedimiento es mucho más rápido que en otras. A excepción de la primera sesión, donde se evalúa a la persona, el paciente no estará más de 15 minutos en la consulta.
Sus próximos desafíos
Actualmente, Luka atiende entre 10 y 50 pacientes diarios, cifra que no deja de sorprenderlo debido a que la apiterapia es una medicina no tradicional incorporada por él en la Región de Magallanes.
En el futuro, Luka asegura que le gustaría incorporar a más personas en sus terapias.
“A veces tengo paramédicos que me ayudan con la parte administrativa, pero tal vez más adelante, me gustaría capacitar gente para que pueda entender cómo funciona esta hermosa terapia”, concluye.
Luka Lausic atiende en su consulta ubicada en calle Patagona 672, de lunes a domingo.
La clave de la apiterapia se encuentra en el veneno, que es una mezcla compleja de antiinflamatorios y analgésicos, y es muy eficiente para neutralizar el dolor, como también problemas de tipo inmunológicos.
Luka Lausic Arratia es un biólogo titulado de la Universidad de Magallanes que decidió dedicarse a la apiterapia.
Fuente: La prensa Austral, compartido por Cecilia Noel Fernández Castro, Gracias!
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