9 de septiembre de 2008

Música y Filatelia

Músicos croatas (Por Juan Franco Crespo)
1-Músicos croatas 1994



Posiblemente, dentro de las emisiones postales, la administración de correos croata sea una de las que con más frecuencia realiza sellos conectados con el mundo de la música desde su recuperada independencia, sin tener en cuenta otros valores que entroncan con la música, aunque no sea el tema directo que es el que nosotros tomamos para escribir sobre filatelia y música como motivo preferente.
Buscando en nuestro archivo -aún sin ordenar tras el cambio de domicilio- van apareciendo documentos que nos pueden llevar varios años publicar. Poquito a poco iremos desbrozando esa montaña de material filatélico-musical. Hoy nos detendremos en los tres sellos lanzados el 20 de junio de 1994 para rendir el reconocimiento público a otros tantos personajes o temas.
Los efectos estuvieron dedicados a Kresimir Baranovic (1 Kuna), Vatroslav Lisinski (2,20 Kunas) ambos diseñados por Hrvoje Servcar y el tercero lo fue por Zlatko Keser y está dedicado al Cancionero Paulino (2,40 Kunas). Tomaremos la cronología histórica para hacer la breve reseña de cada estampilla.
El cancionero paulino apareció recopilado en 1644, como era habitual en aquellos tiempos, el mundo religioso era el centro del saber y, gracias a sus monasterios y centros de recogimiento, han llegado hasta nosotros tesoros de inigualable belleza (por mucho que la sociedad trate de arrinconar la espiritualidad del ser humano en la época consumista que nos “consume” como una tea encendida con la gasolina de lo efímero). El volumen de gran tamaño lo localizamos en la Biblioteca Nacional Universitaria de Zagreb, como es habitual en este tipo de obras, se trata de una compilación de textos religiosos y cantos piadosos recogidos en latín y en el dialecto Kajkaviano literario.
La Orden Paulina fundó su primer convento en Croacia en el siglo XIII. Es cierto que su interés por la música fue bien modesto, pero esta joya del XVII nos muestra su aportación al acervo cultural y musical de su tiempo. Lo habitual en sus celebraciones litúrgicas eran los cantos a una voz y las canciones populares. Este ejemplar preservó los cánticos que se realizaban en las iglesias de la zona septentrional de Croacia y fueron recopilados por un monje anónimo de la Edad Media que dio vida a uno de los mejores libros de cantos folclóricos y religiosos de toda Europa Central. Con el paso de los años unió tradición y novedad, dando lugar a una refinada poesía artística, sumamente rica en la expresión musical que todavía perdura en esta región europea.
Vatroslav Lisinski (Zagreb, 18 de julio de 1819-31 de mayo de 1854), trabajó en el período del movimiento de renovación nacional ilírico. Compositor de un talento excepcional, tímido y discreto, sin embargo fue el estandarte de toda una generación de talentos románticos. A los 27 años escribió su primera ópera en croata “El amor y la maldad” (Ljubav i zloba). Marchó a Praga en donde perfeccionó sus estudios y al regreso padecerá numerosas desilusiones profesionales e íntimas que acaban llevando al movimiento a un estado de postración en donde la incomprensión general de 1848 desemboca en una falta de trabajo y salida profesional del músico. Escribióp 142 obras entre 1841-1852, algunas se inspiraron en melodías populares checas y croatas (la ópera Porin por ejemplo) y otras demostraron su avanzado talento en la combinación de lo armónico y lo orquestal (la obertura Bellona, 1849). Sus obras dejaron de interpretarse e incluso algunas piezas no serían estrenadas hasta después de su muerte.
La ópera “Porin” (1851) se estrenó al final del XIX. Creó un estilo fácilmente reconocible y enriquecido con elementos característicos del folclore tradicional croata. Destacan en su producción los cantos a una voz y piano que eran el complemento ideal para la expresión musical y poética de la época. En 1879 August Senoa escribió en la revista Viljencac: “Había sido un hombre pequeño dotado de una gran sensibilidad a pesar de tener una sola pierna y usar muletas [o a lo mejor precisamente por eso]. Solía llevar cabello largo y su característica barba española. Fue el primer autor croata que escribió óperas, obras orquestales y música de cámara; los clásicos cantos románticos a una sola voz, etc. Un gran compositor, pero trágico personaje, que perdura en nuestra memoria”.
Kresimir Baranovic (Sibenik, 25 de julio de 1894, Belgrado, 17 de septiembre de 1975). Es, posiblemente, uno de los más grandes compositores croatas del XX. Realizó sus estudios en Zagreb, Viena y Berlín. Como director de orquesta (1915-1943) en la Ópera de Zagreb, institución de la que también fue director (1929-1940), se distinguió dando a conocer la obra de numerosos compositores europeos contemporáneos.
Durante la II Guerra Mundial estuvo como prisionero en Stara Gradiska. En 1943 se instaló en Bratislava en donde trabajó como jefe de la orquesta de la radio eslovaca y poco después se convirtió en director de la Ópera hasta que en 1946 regresa a Belgrado en donde dirigió la Orquesta Filarmónica (1952-1961), impartiendo también clases en la Academia de la entonces capital yugoslava.
Su obra más sobresaliente la realizó antes de la guerra, destaca su ballet “Corazón de jengibre” (Licitarsko srce, 1924), clásico ejemplo de su colorista música y los cantos para barítono y orquesta “Z mojih bregov” (1927, Desde mis tierras altas). Centró su atención musical en el folclore de la región croata de Zagorje que marcó la música del movimiento nacional de comienzos del XX, acabaron siendo páginas antológicas para la inspiración musical en los compositores de la época, sobre todo en la obra de Baranovic.
La emisión comenzó a circular el 20 de junio de 1994, se realizó en hojas de 20 ejemplares y tuvo una tirada de 350.000 series completas, dentado 14 y papel de 90 gramos, la impresión se realizó en offset multicolor.

2-Músicos croatas-2004



El 5 de enero de 2004 se lanzaron dos sellos de 5 Kunas para conmemorar el medio siglo de Los solistas de Zagreb y el CXXV aniversario de Josip Hatze, el diseño fue a cargo de Dubravka Zglavnik Horvat, se imprimieron en formato díptico, hojas de veinte efectos y una tirada de 300.000 ejemplares.
Josip Hatze (Split, 21 de marzo de 1879, 30 de enero de 1959). Compositor, realizó estudios en Pesaro con el célebre compositor italiano de óperas Pietro Mascagni. Inició su actividad musical como jefe de la orquesta de la coral “Zvonimir” en su ciudad natal. Durante la I Guerra Mundial combatió en el frente albanés y, en 1919, regresaba a casa en donde de nuevo se pone al frente de una coral, ahora sería Guslar (Violinista). En la II Guerra Mundial dirigiría el coro mixto del campo de refugiados yugoslavo de El Shatt en donde realizó numerosos conciertos, en 1945, de nuevo estaba en Split.
Miembro de la célebre generación croata de músicos, pintores, escritores que dieron vida a la “moderna” resurrección nacional croata (1890-1918). Participó de una pluralidad de estilos y estaba dotado de un gran talento natural, no rompió con la tradición musical de su tiempo, pero incorporó nuevos temas y formas de expresión. Como un típico hombre mediterráneo prestó gran atención a la melodía, de ahí su tendencia a la creación musical en el campo de la música vocal, pero destacando en el solo, coros, cantata y ópera.
Con Porratak (El regreso) basada en el drama de Srdan Tucir (se estrenó en 1911 en el Teatro Nacional de Zagreb), fue la variante croata del “verismo” de actualidad. Su segunda obra lírica fue Adel i Mara (1932), se inspiró en el poema romántico de Luka Botic, hizo revivir sobre el escenario la diferencia, trágica, del mundo cristiano y el mundo islámico en el territorio de los Balcanes.
Autor fecundo, en los primeros decenios del XX fue cuando creó la mayor parte de los 55 “solos” recogidos en Romance i melodije (Romances y melodías, 1990). Proljetni lahori (Brisas de primavera, 1903); Novo cvijece (Flores nuevas, 1907) o las cantatas Noc na Uni (Noche sobre el río, 1902); Éxodo (1912), Golemi pan (El pan gigante, 1917) y Resurrexit (1920).
Estableció nuevos criterios y elevó la profesión a una sinceridad y compromiso artístico por encima de otros condicionantes que quedaron reflejados en un buen número de trabajos en el terreno de la instrumentalización musical, sobre todo con el contrapunto y la fuga.
Los Solistas de Zagreb (1954-2004), agrupación creada a finales de 1953 en el seno de Radio Zagreb con el reconocimiento de Stjepan Aranjos y el de Ivo Vuljenic, pero sus actividades las iniciaron al año siguiente. Originalmente fueron doce solistas (hoy son trece, no son supersticiosos) bajo la dirección de Antonio Janigro, reconocido violoncelista de fama mundial, no tardarían en ser conocidos en los circuitos internacionales. Desde 1968 los Solistas de Zagreb estuvieron bajo la dirección artística de Dragutin Hrdjok, le seguirían Tonko Nimik (violinista), Andelko Krpan (1996), Karlo Slobodan Fio (2002) y de nuevo, en el 2003, Tonko Nimik.
Todos son diplomados de la Academia de Música de Zagreb y les une un virtuosismo poco común entre los músicos consagrados, nada extraño que allá en donde actúan despierten un inusitado entusiasmo entre los amantes de la música de cámara. El grupo va camino de los 4.000 conciertos en todos los continentes. Han actuado en Ámsterdam, Berlín, Buenos Aires, París, Roma, Londres, Moscú... o el Teatro Real de Madrid por citar algunas de sus más aplaudidas actuaciones.
En su repertorio encontramos obras de todas las épocas y estilos, desde la barroca a la contemporánea, actuaron con más de 400 músicos consagrados a lo largo de medio siglo de historia musical, entre otros Alfred Brendel, Christian Ferras, Jean Pierre Rampal, Leonard Rose, James Galway, Irena Grafenauer, Katia Ricciarelli, Igor Ojstrah y un largo etcétera.
Laureados con numerosos premios, entre ellos el de Mar del Plata (por la grabación de su concierto con música del XVIII), la medalla Pablo Casals, el Vladimir Nazor, el Porin, el de la ciudad de Zagreb, etc. La prensa de todos los países en donde actuaron le dedicó las más elogiosas críticas y colocaron el nombre de Zagreb y el de Croacia en el podium de lo más selecto, musicalmente hablando.
“Lo más bello de sus instrumentos es la metamorfosis del adagio de Mozart en una fuga de indescriptible belleza” (Kärntner, Krone, 1994).
“Las doce joyas dispuestas en arco, con facilidad, crean una rica y dinámica paleta de gran sonoridad y una diáfana filigrana” (Neue Züricher Zeitung).
“Infinitamente caluroso y musical, perfecta entonación, todo admirable” (New York Times).

3-Músicos croatas 2005: Stjepan Sulek y la Bienal de Zagreb



El 15 de abril de 2005 el correo croata dedicó dos sellos al Día Mundial de la Música y a Stjepan Sulek, ambos fueron diseñados por Dubravka Zglavnik Horvat de Zagreb, se imprimieron 200.000 series y el facial de ambos efectos fue de 2,30 Kunas.
La primera bienal musical de Zagreb (MBZ) tuvo lugar como Festival Internacional de Música Contemporánea gracias a los esfuerzos del compositor Milko Kelemen, entre el 17 y 24 de mayo de 1961, fue la recuperación de una tradición musical largo tiempo suspendida.
Kelemen trató de incorporar la ciudad a los festivales clásicos y consagrados dentro del circuito mundial de la música clásica. Pretendió confrontar la música croata con la corriente contemporánea, se interpretó música clásica del XX que era prácticamente desconocida por esos lares y se descubrieron nuevas páginas en la historia musical de finales del siglo pasado (por ejemplo la obra del polaco Witold Lutoslawski, la del alemán Karlheinz Stockhausen, el argentino Mauricio Kagel, el norteamericano John Cage o los italianos Luigi Nono y Luciano Berio). Dentro de esa corriente de aire fresco la música croata [por entonces dentro de la República Federativa Yugoeslava] comenzó a emerger y a integrarse en las corrientes musicales del momento, cuando los compositores más jóvenes comenzaron a extrapolar las experiencias de la Bienal, en esa etapa de recuperación hay también que encuadrar los nombres de Branimir Sakac, Natko Devcic, Milo Lipra, Ivo Malec, Stanko Horvat, Ruben Radica, Igor Kuljeric, Dubravko Detoni, Silvio Foretic, Davorin Kempf, Marko Ruzdjak o Frano Parac. Por todo ello, la música de finales del siglo XX en Croacia se considera íntimamente ligada a la propia Bienal de Zagreb.
La principal cualidad distintiva de la Bienal fue expresar la neutralidad ideológica de tal forma que en los sesenta y los setenta, sirvió para “endulzar” las relaciones dentro de la denominada “Guerra fría” en que estaba inmerso el mundo en aquella época del imperio norteamericano por un lado y el bloque comunista por otro. La Bienal acabó jugando un gran rol como ente integrador cuando la diplomacia había fallado; gran número de compositores e intérpretes descubrieron la ventana que se les abrió después de décadas de aislamiento.
El propio Festival también vio cómo se transformaba: de la música clásica se pasó al jazz, el rock y, finalmente, también el cine experimental, el vídeo, etc. Intérpretes llegados de Londres, Moscú, Berlín, Frankfurt, París, Lisboa, Milán, Budapest, Viena, Baden-Baden, Dresde, Hamburgo, Chicago, India, Suecia o Finlandia lograron con la música lo que no conseguían con la diplomacia. Incluso el catalán Tete Montoliu, por citar algún músico mítico, desfiló por las salas de Zagreb.
Todo ese acervo fue el que convenció a la Sociedad Internacional de Música Contemporánea (SIMC) para confiarle a la 23ª Bienal del 2005 las Jornadas Mundiales de la Música que vienen celebrándose desde 1923 cuando la SIMC se fundó en Salzburgo (Austria). Las jornadas se celebraron de manera paralela y complementaria, se interpretaron 70 piezas procedentes de 35 países, en esos momentos la organización contaba con 57 secciones nacionales.
La Bienal vibró en el 2005 y se le rindió homenaje del 15 al 24 de abril al compositor, violinista y director de orquesta croata Stjepan Sulek (Zagreb, 6 de agosto de 1914 – 16 de enero de 1986). Con sus creaciones marcó toda la cultura musical croata del siglo XX. Tras finalizar el liceo y la escuela secundaria de música, estudia en la Academia de Música de su ciudad con el profesor Václav Huml con quien logra el diploma de violón en 1936 [los españoles iniciábamos la gran barbarie]. También en esa etapa inició los estudios de composición de manera autodidacta. Actuaciones en público las había iniciado en 1933 como concertista y músico de cámara, su etapa de director fue entre 1958-1962 al frente de la Orquesta de Cámara de la Radio Televisión de Zagreb, en esa época también interpretó sus propias obras.
Fue en 1940 cuando inició la enseñanza del violón, desde 1947 a 1975 fue profesor de composición en la Academia. Recibió numerosos reconocimientos, entre ellos el de titular de la Academia de Ciencias y Artes de Croacia.
De su producción musical destacamos las ocho sinfonías creadas entre 1944-1981 que se distinguen por su gran envergadura, si fuerza de expresión y la riqueza de las soluciones musicales. Sus diez recitales son una monumental contribución de Sulek a la literatura musical, de cada concierto creó una parte para solistas de acuerdo a las posibilidades teóricas y de expresión de los instrumentos participantes. En el terreno de la ópera compuso Kariolan (1957) y La Tempestad (1969) sobre sus propios libretos, aunque con evidentes influencias del gran Shakespeare. Su “Ballet de una tarde” en “De Veritate (1977) es todo un tratado sinfónico coreográfico.
La creación vocal también fue otra de sus peculiaridades, destaca “El último Adán” para bajo, coro mixto y orquesta que montó sobre los versos de Silvije Strahimir Kranjcevic (1964); el “Canto de un poeta muerto” (1970) sobre los versos de Dobrisa Cesaric. Hacia el final de su vida creó “Mi infancia” (1985) que consagró a su entorno familiar más inmediato: sus padres y hermanas que fueron en todo momento su fuente de inspiración y superación.
A pesar de las presiones ideológicas de su tiempo, su carácter como artista de primer orden representan el espíritu del arte frente a la negatividad de los políticos del momento. En Sulek está la armonía frente a la sinrazón, el triunfo de su pensamiento libre frente al absolutismo comunista que impregnó la sociedad de los países del Este tras la II Guerra Mundial. Su credo como artista superó a los demagogos de la izquierda que ensombrecieron la vida de medio continente. Los mismos que, ahora y aquí, quieren hacer revisionismo en el que los vencedores ¿alguien se lo cree? fueron unos demonios frente a la barbarie que sus progenitores desataron. Lo peor no es que se lo crean, sino que quieran colocarlo por la fuerza de sus gonadas. Sin tener en cuenta que nadie ganó, y todos perdimos. Están tirando por la borda el triunfo de la transición que tantos réditos nos dio a todos.

4-Músicos croatas 2006



El 17 de enero de 2006 se lanzaron tres dedicados a otros tantos personajes de la música croata; Boris Papandoulo (1,80 Kunas), Milo Cipra (2,30) e Ivan Brkanovic (2,80). Los diseñadores de la serie fueron Ana Zaja Petrak y Mavro Petrak, se imprimieron en hojas de veinte efectos y una tirada de 200.000 ejemplares.
Boris Papandopulo (25 de febrero de 1906 en Honnef am Rhein-Alemania, 16 de octubre de 1991 en Zagreb). Compositor, director de orquesta y pianista, está considerado como uno de los más importantes dentro de la historia musical croata. Nació en el seno de una familia musical en la que su abuela fue la gran figura en su formación: Marija Ruzicka de Strozzi que le inculcó el amor por la música cuya destreza la acabó puliendo con su madre la cantante Maja Papandopulo/Pecid de Strozzi y su tío el maestro de ceremonias y actor Titto de Strozzi.
Boris estudió composición en la Academia de Música de Zagreb con Blagoje Bersa, obtuvo su diploma en 1929. La dirección de orquesta la realizó en el Conservatorio Wiener-Neustadt con Dirk Forck (1925-1928). Entre 1928-1934 y 1938-1946 fue el director del coro de la Orquesta Sociedad Croata de Canto “Kolo”, también fue director de la Orquesta Sociedad Instituto Croata de Música (1931-1934). En 1935 se trasladó a Split en donde residirá hasta 1938 y ejercerá como director de la Sociedad Musical Zvonimir al tiempo que impartía clases en la Academia de Música de esta ciudad. De nuevo volvió a la “Kolo” y de allí pasó a dirigir la Orquesta de la Ópera de Zagreb (1940-1945) y la Orquesta Sinfónica de la Radio (1942-1945).
Otros dos períodos (1946-1948 y 1953-1959) los pasó dirigiendo la Ópera de Rijeka, la de Sarajevo (1948-1953), la de Zagreb (1959-1965) y la de Split (1968-1974) al tiempo que fungía como director del Teatro Municipal de la Comedia en Zagreb y la Ópera de El Cairo. En 1965 fue elegido miembro titular de la Academia Croata de Ciencias y Artes.
En el terreno de la composición realizó más de 400 piezas en todos los registros, desde obras cortas para recitales, hasta vocales-instrumentales para oratorios, óperas y ballet. Sobre la base de un desarrollo libre y la imaginación del autor, logró mantener su libertad dentro de las dificultades políticas que le tocó vivir. Enriqueció con su obra el carácter musical europeo y, tras su desaparición en 1991, el pueblo descubrió que perdía al más grande de los músicos croatas del siglo XX.
Milo Cipra (Vares, 13 de octubre de 1906, Zagreb, 9 de julio de 1985). Realizó sus estudios secundarios en Sarajevo (1915-1926) y en Zagreb obtuvo el diploma en estudios germánicos y filosofía en la Facultad de Letras. En la Academia de música continuó estudios de composición en la clase de Blagoje Bersa al mismo tiempo que frecuentaba las clases de artes plásticas de Ljubo Babic en la Universidad Popular, en el transcurso de ellos fue cuando comenzó a dar clases de secundaria y acabará impartiendo el alemán y la filosofía en Cetinje (1934-1935), en Nova Gradiska (1935-1937) y Karlovak (1937-1940). Ese último año dio clases además en el Liceo de Zagreb. Entre 1941-1977 será profesor de la Academia de Música y entre 1961-1971 enseña composición, análisis de las formas musicales y metodología para la enseñanza de la música.
Fue presidente de la Asociación de Compositores Croatas (1948-1952 y 1956-1962), también se enroló en la Asociación de Pedagogos Musicales. El musicólogo Dalibor Davidovic escribió: “Sus primeras obras son de estilo neoclásico, reflejan la influencia del folclore en los frecuentes cambios métricos, la modalidad y la unidad formal realizada para desarrollar el motivo”. Esa influencia del folclore desaparecerá en la década de los años cincuenta.
En 1954 escribió su Sonata para piano; una pieza que refleja la importancia en una orquesta de los instrumentos de viento, arpa, piano y otros instrumentos de percusión fue su celebrada Carrera del Sol (Sucev put, 1958-1959), una pieza que conforma un ciclo formado por doce movimientos que simbolizan el zodiaco que años más tarde será también otra de las características de Audabe (1965), una pieza para quinteto e instrumentos de viento. En su última etapa la obra de Cipra será una de las bases del dominio de la música de cámara entre las que sobresale el Tríptico de las villas dálmatas (Triptihon dalmantinskih gradova, 1969-1976), donde el compositor creará una pieza impecablemente equilibrada dentro de la corriente creadora de finales del XX.
Ivan Brkanovic (Skaljari, cerca de Kotor, Montenegro, el 27 de diciembre de 1906, murió en Zagreb el 20 de febrero de 1987). Está considerado uno de los tres grandes nombres en la historia de la música croata del siglo XX. Curioso, trabajador y perseverante por su propia decisión y voluntad edificó su propio destino. En 1935 obtenía su diploma en composición en la Academia de Zagreb (estudió con los maestros Bersa, Dugan y Lhotka), pero durante algún tiempo se marchó a París a completar su formación, los tiempos de guerra le hicieron regresar a su tierra.
Acometió varias actuaciones en el terreno musical, fue jefe de coro, profesor y consejero artístico en la Ópera del Teatro Nacional Croata (1951-1954), director de la Filarmónica de Zagreb (1954-1957) y profesor de la Academia de Música hasta su retirada en 1961. Bajo su dirección se realizó un ciclo en 1953 “Interpretaciones de Nuestra Música” con el objetivo de atraer nuevo público a la disciplina, se creó la Sociedad de Amigos de la Música de la que años más tarde nacen las Juventudes Musicales.
En su faceta compositora creó 130 obras, sus primeros éxitos llegaron con las piezas para coro “Ronda de Boka” (Bokeljsko Kolo, 1932); Festival de bodas de Konavle (Konavovsko pirovanje, 1933). En otro terreno sobresale su Tríptico-ritual popular sobre la muerte (Triptihon, narodni obred kod smrti, 1936) preparado para solistas, coro y orquesta, pero ese sentimiento no desaparecerá tampoco de sus obras sinfónicas, sobre todo en su Segunda Sinfonía (1946) de las cinco que compuso. Se adentró también en el mundo de la ópera con Equinoccio (Ekvinocij, 1945) y El oro de Zadar (Zlato Zadra, 1954).

Fuente: http://www.opusmusica.com/023/sellos11.html

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