27 de julio de 2009

Barco de Tito será convertido en museo

El Galeb será una atracción turística del Mar Adriático, en Croacia.
El Ayuntamiento de la ciudad portuaria croata de Rijeka ha comprado el histórico barco Galeb ("La Gaviota"), un antiguo buscaminas alemán que durante décadas fue el "palacio marino" del dictador yugoslavo Josip Broz "Tito", y planea convertirlo en el primer barco-museo de la región. El barco, de 117 metros de eslora, 5.9 metros de calado, 8.75 metros de puntal y mil 930 toneladas de portada, es todo un símbolo de la antigua Yugoslavia comunista bajo el ex líder partisano.

"Tito visitó con ese barco decenas de puertos de todo el mundo y recibió a bordo a más de cien jefes de Estado o Gobierno", recuerda Miodrag Sepic, de 81 años y capitán de Galeb entre 1962 y 1972.
En declaraciones a Efe, este veterano marinero destaca que el barco es "un símbolo" del Movimiento No Alineado, fundado por el entonces dictador yugoslavo a mediados de los años 1950.

El Galeb ahora está corroído y lleno de polvo, pero el alcalde de Rijeka, Vojko Obersnel, anunció que lo conservaría como museo, para convertirlo en "una verdadera atracción cultural, histórica y turística".
Se estima que para ello habría que invertir entre 10 y 30 millones de dólares (de 7 a 21 millones de euros), para lo que Rijeka busca inversores.

"Tito" hizo su primer viaje en el Galeb en 1953 al Reino Unido, donde navegó por el río Támesis para reunirse con la Reina Isabel II y el primer ministro Winston Churchill.
El líder comunista recorrió luego con su "barco de la paz" una veintena de países en tres continentes, en viajes que duraron en total 478 días.

"Tito" recibió en el Galeb a líderes como Churchill, al libio, Muammar al-Gaddafi, al egipcio Gamel Abdel Nasser, a los indios Jawaharlal Nehru e Indira Ghandi, al presidente soviético Nikita Jrushchov y a decenas de otros estadistas, pero también a estrellas de Hollywood como Elizabeth Taylor y Richard Burton.

A bordo del barco el presidente yugoslavo planeó en 1954, con varios líderes del entonces llamado "Tercer Mundo", la creación del "Movimiento de los Países No Alineados", en un viaje de 75 días por varios estados de Asia que luego participarían en la primera cumbre del movimiento de 1961 en Belgrado.

Según Sepic, el viaje más impresionante fue una travesía de Europa a Argelia a mediados de los años 1960, con una tormenta "terrible" que duró toda la noche, "nadie durmió, incluso Tito fue tirado de la cama al suelo.

El capitán recuerda que cuando finalmente llegaron a Argel, él apenas lograba mantenerse en pie "por la fatiga y el malestar, pero Tito como si nada. Salió de buen humor y pronunció un discurso de una hora ante un millón de personas".

Según la Oficina de Cultura de Rijeka, se conservan los dormitorios auténticos y la sala de estar con los muebles utilizados por Tito, las obras de arte que adornaban el barco, e incluso el sillón en el que afeitaban al dictador, así como muchas fotos de los encuentros celebrados en el barco.

El "Galeb" fue construido en 1938 en Génova (noroeste de Italia) como barco de carga "Ramb III" y durante la Segunda Guerra fue un crucero italiano, torpedeado en 1941 por los británicos, y en 1943 confiscado por los alemanes que lo convirtieron en un buque buscaminas "Kiebitz".

El "Kiebitz" formó parte de la operación "Wolkenbruch" (tormenta), la conquista nazi de la costa yugoslava del Adriático y terminó hundido en 1944 en Rijeka por la aviación aliada.

Tras cuatro años en el fondo del mar, las autoridades yugoslavas lo reflotaron y reconstruyeron como buque escolar "Galeb" de la Marina de Guerra de Yugoslavia.
Tras la muerte de "Tito" en 1980 y la desintegración de Yugoslavia en 1991, el Ejército serbio llevó el buque a Montenegro y en 2000 lo vendió al empresario naval griego-estadounidense John Paul Papanicolau.

Este lo llevó a Rijeka para repararlo, algo que nunca sucedió por los problemas financieros del empresario, hasta que el Ayuntamiento lo compró el pasado mayo por 150.000 dólares (105.000 euros) en una subasta para impedir su deterioro.

"Si se preserva el Galeb como museo, la juventud podrá conocer la historia", asegura Miodrag Sepic con cierta nostalgia, propia de aquellos que vivieron el esplendor de la Yugoslavia de Tito.

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