Después de unas tres semanas en la costa de Dalmacia, tocaba hacer una pequeña visita a la capital del país, Zagreb. Y durante esos días lejos de la costa descubrí, medio por casualidad, una pequeña región que se encuentra en la esquina norte-occidental de Croacia llamada Međimurje. Bajo ningún concepto hay que confundir Međimurje con Međugorje, ya que la segunda es una pequeña localidad en el sur de Bosnia y Herzegovina sin ningún atractivo especial aparte de un monte donde apareció la Vírgen María, pero llena de turistas y horribles tenderetes de souvenirs por todas partes. Međimurje, en cambio, es una preciosa y agradable región fronterera llena de aire puro, montes, bosques y viñedos. Međimurje es un auténtico paraíso en miniatura, tan verde, con tantos buenos vinos y tanta gente amable.
Durante esta escapada al nord-oeste de Croacia también tuve la oportunidad de visitar la ciudad de Varaždin, que aunque no se encuentra en el condado de Međimurje, está justo debajo. Se trata de una ciudad más importante que cualquiera de los pueblos de Međimurje, con una imponente castillo, e incluso fue la capital de Croacia durante un breve período en el siglo XVIII.
Pero a pesar de todo esto, es también un lugar muy tranquilo y relajado, con un aire muy centroeuropeo. No sólo por su arquitectura, su castillo y las flores por todas partes, sino también por lo limpio y ordenado que está todo, y por la profusión de bicicletas que se ven en la ciudad.
Por toda la costa de Dalmacia me topé sin cesar con pardillos en moto saltándose a la torera las reglas de tráfico para llegar más rápido al café del pueblo, o yendo a hacer la compra a 200 m de su casa, o simplemente haciendo el capullo delante de sus amigos (sin casco, por supuesto). En Varaždin, en cambio, todo el mundo sin excepción se paseaba por la ciudad en bicicleta: las abuelas entradas en carnes con la bolsa de la compra, los señores de mediana edad de vuelta al trabajo, las chicas pijas con sus modelitos de verano enviando mensajes de móvil mientras pedaleaban, o incluso los pardillos yendo a tomar un café. Pasando tan sólo 10 minutos sentada en un banco, pude asistir a un auténtico desfile demográfico de la ciudad de Varaždin.
Después del calor y del agobio de la costa y del tráfico, la tranquilidad y aire puro de Varaždin y Međimurje fueron una bendición.
Fuente: Elia Blog
31 de agosto de 2009
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