1 de abril de 2010

Cibona, un histórico al borde de la desaparición

Gordon, base de la Cibona, penetra a canasta ante la defensa de Carlos Cabezas.
Gordon, base de la Cibona, penetra a canasta ante la defensa de Carlos Cabezas. FOTO: AFP

La Cibona de Zagreb, historia del baloncesto europeo, tiene los días contados si su gravísima situación económica no mejora. En Croacia dicen ya que es un moribundo al que sobrevuelan los buitres y que su única posibilidad de supervivencia es la fusión con el gran enemigo deportivo de la capital, el KK Zagreb, un aguijonazo en el corazón.

El club donde jugó Drazen Petrovic en los 80, dos veces campeón de Europa —85 y 86—, debe entre 8 y 10 millones de euros y nadie está dispuesto a invertir en un edificio que se tambalea y donde huele a ruina. La dignidad la ponen sus trabajadores, el cuerpo técnico, liderado por Velimir Perasovic, y los jugadores, que han llevado al equipo al primer puesto de la Liga Adriática, cota sin precedentes en la historia moderna del club.

La plantilla, donde hay algunos conocidos de la Liga ACB como los Marko Tomas y Bogdanovic y el Samo Udrih, y de donde huyó Earl Calloway —Cajasol— en verano, ha cobrado sólo una nómina y los entrenadores ninguna. Así llevan trabajando desde septiembre.Es un grupo joven, con jugadores de cantera que están empezando, sin ahorros, gente que trabaja para ayudar a sus padres, pero que no puede mandar un euro a casa y que miran hacia Perasovic, un ídolo más que un entrenador, en busca de soluciones. Así está el club que sacaba la lengua al basket continental.

Y no hay salidas a la vista salvo perderlo todo y volver a nacer junto al KK Zagreb, el equipo donde jugaba hasta hace poco el madridista Tomic, un rival antagónico. La idea es que la Cibona ponga lo poco que le queda, sus instalaciones, el pabellón Drazen Petrovic Basketball Center —5.400 espectadores—, y se deje ir.

Hace unos días, el empresario Emil Tedeschi, presidente de Atlancic Group, hizo una oferta al presidente del club, Ivo Jelusic. Se haría con el control de la entidad y pagaría los atrasos a jugadores y entrenadores a cambio de que la Cibona zanjara su deuda. No quería invertir a fondo perdido ni tirar ocho millones por el sumidero. Hubo fiesta en el vestuario, pero rápidamente se fundieron los plomos. Tedeschi hizo la propuesta el pasado lunes.Dos días después había retirado su oferta porque no había reacción en la Cibona y la deuda seguía. Cualquier dinero que entra en la caja sólo sirve para tapar los cráteres deficitarios con Hacienda y demás acreedores. El dinero que aportó el ayuntamiento de Zagreb, algo que espoleó a los jugadores, no se tradujo en nada para la plantilla. Llegó como el maná, pero lo cobraron otros.En esta situación, la Cibona está dando una lección en la cancha. Por primera vez en su historia ha terminado al frente de la Liga Adriática durante la temporada regular. Se ha situado por encima del Partizan, que está a las puertas de la Final Four en la Euroliga, al que ganó los dos partidos, en Zagreb y en el temible Pionir. El liderato le da derecho a jugar la próxima edición de la máxima competición continental. Si sigue existiendo.

En la Euroliga compitió hasta el Top 16 y el próximo 22 de abril le espera la puja por el título de la Liga Adriática, en una Final a Cuatro. Ahora le toca la Liga croata, pero a los jugadores no les motiva esta competición menor, donde no hay posibilidad de lucirse para que algún grande te contrate y tu vida se aclare. Velimir Perasovic es el entrenador milagro, pero ya no sabe cómo motivar a sus chicos, que no han perdido muchos partidos, pero sí la esperanza mientras la mítica Cibona está a punto de expirar.

Fuente: Marca.com

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