19 de abril de 2010

Elica Brájnovic: "Lo de Los Balcanes fue duro, pero mi padre nos enseñó a perdonar"

Elica Brájnovic en el Hotel Meliá Araguaney FOTO: F.Blanco
Elica Brájnovic en el Hotel Meliá Araguane

Hija del periodista y profesor Don Luka, Elica Brájnovic recuerda la convulsa historia de una familia rota por las guerras - Cónsul honoraria de Croacia en España, advierte que su país de origen es un gran desconocido

Doce rosas rojas por cada año que habían estado separados. Corría 1956 cuando Don Luka Brájnovic se reencontraba con su familia en Múnich. Después de la II Guerra Mundial el periodista tuvo que huir de la Yugoslavia comunista dejándolo todo atrás. Mientras entregaba el ramo de la esperanza a su esposa en aquella estación de tren, su primogénita le espetaba: "¿Cómo está usted?". Instalados definitivamente en España, Elica decidió seguir la trayectoria de su padre y convertir la comunicación en un oficio capaz de enterrar el odio. Con la armonía que imprime el paso tiempo, nos recibe en el Hotel Meliá Araguaney poco antes de impartir una conferencia.

_ ¿Hablaba su padre de la guerra?

_ Nunca. Ni él ni mi madre se quejaron nunca de lo que había ocurrido. Ni de las bombas, ni del horror... Nunca. Pero todo lo que nos enseñaba, tanto a sus hijos como a sus alumnos, estaba impregnado de esa experiencia.

_ Aquellos 12 años separados fueron muy duros...

_ Mi padre salió de la Yugoslavia de entonces cuando acabó la II Guerra Mundial. Mi madre y yo nos quedamos y él logró llegar a España después de un largo periplo. Como ella no sabía si algún día nos íbamos a encontrar, su gran preocupación era que sintiese a mi padre cercano.

_ Una niñez sin padre no habrá sido precisamente dichosa...

_ Mi madre consiguió que tuviera una infancia feliz, aunque llena de dificultades. Mi familia estaba perseguida, había mucha hambre, mucha vigilancia policial... A mi abuela se le prohibió tener la pensión de su marido... Lo pasamos muy mal. Pero mi madre logró que yo tuviese esa seguridad de que ella estaba ahí. Por supuesto, la falta de mi padre se hacía notar. Otras niñas tenían padre y yo no. De todos modos, él siempre estaba presente en conversaciones, fiestas... En todo aquello en lo que él hubiese participado. Todo el mérito es de mi madre porque nunca lo convirtió en una tragedia.

_ Su padre regresó a su país en 1989, ¿cómo fue aquel reencuentro con sus raíces?

_ Iba muy nervioso. Hacía 40 años que no estaba allí. Había muerto su madre, sus hermanos... El regreso estaba muy marcado por las ausencias. Fue un recorrido por los cementerios porque ni sus amigos ni sus padres estaban ya. Pero siempre fue una persona muy alegre. En casa siempre nos estábamos riendo, haciendo bromas, cantando. Él compensaba esa experiencia que había sido traumática con buen humor.

_ ¿Cómo vivió su familia el conflicto de Los Balcanes?

_ Eso sí que fue muy duro porque ya era la segunda guerra que vivían mis padres, con el agravante de que además teníamos familia allí. Fue en ese momento cuando mi padre dejó de colaborar con el periódico. Tenía una columna de política internacional y todo el mundo estaba esperando que contase lo que pasaba en Los Balcanes. Como no podía ser objetivo, dijo que no iba a escribir más.

_ ¿Es difícil olvidar el odio tras la guerra de Los Balcanes?

_ Sí. Una hermana mía le preguntó una vez a mi padre mientras le estaba cuidando en el hospital: "Papá, ¿has odiado alguna vez?". Y él le dijo: "Toda la vida he estado luchando positivamente contra el odio". Siempre nos enseñó a perdonar, a no dejarse enganchar nunca por el rencor.

_ Después de una relación tan convulsa con sus raíces, ¿se iría a vivir a su país de origen?

_ Pues digo lo mismo que mi padre cuando regresó de aquel primer viaje a Croacia: mi hogar está donde esté mi familia (ahora instalada en Navarra).

_ Cónsul honoraria de Croacia en el norte de España, ¿cree que sigue siendo un país desconocido?

_ La gente piensa que va a un destino exótico y luego se encuentra con un país mediterráneo. La costa es muy parecida a la de Italia o incluso a la de España. La parte interior tiene más influencia centroeuropea. Sin ir más lejos, Zagreb, la capital, es como una pequeña Viena. Y esto es quizás lo que choca a los que vienen de fuera.

“El regreso de mi padre a Croacia estuvo muy marcado por las ausencias. Fue un recorrido por los cementerios”

“Con la guerra de Los Balcanes, mi padre dejó de colaborar con el periódico. Como no podía ser objetivo, dijo que no iba a escribir más”

“Mi familia estaba perseguida, había mucha hambre, mucha vigilancia policial... Mi madre consiguió que tuviese
una infancia feliz”

“Ni mi padre ni mi madre se quejaron nunca de lo que había ocurrido. Ni de las bombas, ni del horror... Nunca”

“Internet es un arma informativa estupenda. Pero también puede manipular. Basta con saber cómo. Mucha información es confusión”

Fuente: El correo gallego.es

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