29 de marzo de 2014

Historias de Inmigrantes. Hoy, la historia de Ana Gjukan

Miguel Gjukan
Hoy abrimos una nueva sección en Cultura Croata llamada "Recuerdos de Familia" dedicada a las historias de la gente simple. Esas historias llenas de emoción, que nos ponen la piel de gallina. Esos recuerdos de los abuelos, y bisabuelos. Para inaugurar esta sección, nuestra querida amiga Ana Gjukan compartió con nosotros esta bella y emocionante historia. Si ustedes tienen alguna historia para compartir, los invitamos a que lo hagan, escribiendo a culturacroata@gmail.com
La historia de Ana:
Si tengo que contar por qué llegó mi padre a Argentina, debería hablar de la Primera Guerra mundial. Pero, su hermano mayor había sido prisionero de los italianos y cuando volvió a su hogar en Mihanici, Dubrovnik, iba muy enfermo.

Sin animarse a contar su enfermedad a su padre, huyó y vino a parar a Argentina. Al tiempo, cuando mi abuelo se enteró, mandó a dos de sus hijos: Miho (mi padre) con apenas 23 años y Mato (tío) con 16, a buscar al hermano.

Llegaron, solitos, sin una moneda y sin saber una palabra de español y emprendieron la búsqueda, trabajando en lo que podían.

Lo encontraron en el sur de la Argentina y con el dinero que habían juntado, debían volver.
Miho y Mato, habían probado la realidad argentina de aquel tiempo: Trabajo, comida y amigos. Decidieron mandar a su hermano enfermo de vuelta y ellos se quedaron.

Formaron sus familias y nunca pudieron volver. Mi padre, fallecido hace 52 años, me enseñó algunas palabras y una canción en croata; siempre me decía: No te olvides de Croacia.

Murió cuando yo tenía 13 años. Pasaron los años y los contactos con su familia fueron perdiéndose, como también con mi tío Mato.

Hasta la guerra de los 90, no supe nada de mi familia en Croacia, los Đukan.

NECESITABA saber de ellos!! Ingresé a la guía de teléfonos de Croacia y por el apellido hallé a muchos. ¿cómo saber quienes eran parientes directos y quienes no?.

Encontré un Petar Đukan y me dije: "éste se llama igual que mi abuelo" y al parecer guiada y protegida por mi padre, seguro, lo puse en Google. Le dí justo al único que tenía una página, con un correo electrónico. Le escribí, en inglés, diciéndole que por su aspecto, se me hacía que él era el hijo de mi Dundo Ivo.

Al tiempo me contesto!! Me dijo que si, que era hijo de Juan y que sabían de nuestra existencia en Argentina y que en el año 2001, su hermano Matko había estado en Mendoza, la provincia donde casi todos vivimos, nos había buscado en la guía y no nos había hallado.

Detalle: Acá en Argentina, no se por qué, mi apellido se escribe Gjukan y no Đukan. En definitiva, no nos encontró. Yo tenía un viaje planeado para ir a España, invitada por unos amigos para la primavera de 2007. Una vez allí, uno de mis sobrinos (por supuesto que a esa altura, yo ya me escribía con mis primas y sobrinos por mail), me escribió diciéndome que me preparara, porque me estaba enviando los boletos de avión para que viajara a Croacia!!!

Barcelona-Munich-Zagreb, fue el camino, llorando a mares cuando el avión sobrevolaba la patria que siempre me había parecido tan lejana e imposible!! Al bajar, me esperaban mi sobrino Niko (el de los pasajes) y mi prima Anela, hermana de aquel Petar que me contestó el primer mail.

Los ojos no me alcanzaban para mirar la ciudad tan bella y oler sus jardines llenos de flores!!! Con Niko viajamos a Dubrovnik, a conocer al resto de mis primos y sus hijos. Mi padre fue uno de los siete hijos: 6 varones y una mujer, mi Tía Stane, a cuyo hijo Pero fuimos a ver. Por qué lo menciono? Porque su hijo (Pero Memed Đukan) no sabía de mi viaje.

Vernos, abrazarnos y llorar, fue una sola cosa. Una vez pasada la primera emoción, se vino la segunda: Pero acariciaba mi cara y yo tragando lágrimas y en inglés le pregunté por qué me hacía esos cariños y él, con el rostro arrasado en lágrimas, me contestó que al verme, había vuelto a ver a su madre, porque yo era una gota de agua con ella… Después me mostró una foto… Pese a que mi madre fue una criolla maravillosa, los genes habían decidido mi estatura (1.75) y mi rostro, el de Stane!!

La emoción, entre tantas otras, se completó un día después, cuando con mis piernas temblando, el corazón saliéndoseme por la boca, sin poder casi ver por las lágrimas, anduve entre las paredes de piedra, todavía en pie, de la casa donde en 1899 había nacido mi padre. A mitad de la montaña, parada en la terraza, desde donde se veía allá abajo la pequeña llanura de Konavle y un poco más lejos el azul del Adriático, sentí en lo profundo de mi corazón, que mi él, conmigo, había vuelto a su tierra…

Ya seguiré contando, los otros viajes, cada uno con una caricia al corazón diferente. Gracias por leer!! Un abrazo, Ana


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